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Los cuerpos entre la salud, la ética y la estética

Los estereotipos frente a la ruptura de los paradigmas se enfrentan a nuevas convicciones que pugnan por instalarse y fortalecerse.
Los cuerpos y la vestimenta no son ajenos a nuestra cultura. La elección de cómo cubrirlos y las costumbres en el uso de las prendas, también hablan de nosotros como sociedad.
La ley de talles busca establecer un Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria (SUNITI) correspondiente a medidas corporales estandarizadas, accesible para el consumidor, actualizado cada 10 años y todo fabricante, comerciante o importador de indumentaria deberá identificar cada prenda, de acuerdo con éste sistema, usando una etiqueta adherida a la prenda y de fácil comprensión para el consumidor.
A través de sus cuentas de Twitter, el día que se sancionó la ley las diputadas Marcela Passo y Cecilia Moreau celebraron agradeciendo a “tod@s quienes fueron parte del proceso en busca de la igualdad, en defensa de los consumidores y de las oportunidades para tod@s”.
La ley de talles, dos años después sigue vigente pero, su falta de implementación en la actualidad me hizo bucear en el mundo del diseño de indumentaria.
Muchos, más allá de la causa que los hace no pertenecer al molde socialmente impuesto, no tienen posibilidad de conseguir con facilidad la vestimenta adecuada para la ocasión que la vida les depara. Varios, bolsillo mediante en juego, se ven obligados a concurrir a un modisto o sastre, que les diseñe la ropa acorde a sus medidas, por no poder adquirirlas en una tienda.

Los que son muy altos, los que son muy bajos, los que están excedidos en peso o son obesos, la extrema delgadez entre la bulimia y la anorexia, las disfunciones metabólicas o las consecuencias de diversas causas orgánicas, sumado a las emociones propias de cada edad junto al deseo de gustarse y gustar, a la mirada que les devuelve el espejo y la que les devuelven los otros de su entorno, las emociones encontradas en cada salida, la sexualidad, la seducción, el miedo al rechazo, el maltrato social, las bromas o los seudónimos, el bullying que padecen muchos niños en la escuela y los mandatos sociales, son muchas de las experiencias que afrontan quienes están esperando que la Ley de talles se ponga en vigencia.
Esta lista puede ser más larga si pongo en ella todo lo que fueron contando, movilizados hasta las lágrimas o sostenidos en una fortaleza defensiva o empoderados en un acto de reconocimiento y amor propio…, aquellos, que en confidencia o en público, me narraban sus vivencias.
Eso sí, todos coincidían en algo: “Vivir en sociedad nos obliga a vestirnos porque de no hacerlo iríamos presos por exhibirnos en la vía pública pero, nos someten al ridículo y a la incomodidad, con las prendas que nos ofrecen, o soportando las actitudes de algunos vendedores, que actúan como si nos hicieran el favor de recibirnos”. Otra coincidencia está centrada en la diversidad de cuerpos, aclarando que no es un problema de la gente excedida en peso: Las extremadamente delgadas también padecen maltrato. Quizás consigan una prenda pero, es a un precio muy alto que no tiene que ver con el dinero sino con la salud que ponen en juego: “Jóvenes extremadamente delgadas, aspirantes a modelo, han pasado por la tortura de no comer para entrar en un vestido o subirse a una pasarella o siendo rechazadas por no lograrlo, y todo por algún modisto que cree que su vestido no se luciría si no entra en esos parámetros de moda magra, sin tener en cuenta, cuánto daño hacen sobre la salud de quienes los desfilan.
El tema de la diversidad de alturas, curvas, centímetros en ancho y en alto, iba más allá de la vestimenta en cada conversación. Eran un tema de salud. También los diálogos ponían en jaque actitudes poco éticas sostenidas por el entorno con la excusa de la estética.
Muchas conversaciones tocaban temas acerca de problemas metabólicos u hormonales, se hablaba de crecimiento y ligamentos o de huesos que dolían, de fallas en algunos órganos y de patologías en diferentes aparatos del organismo. En medio de tantos diagnósticos, surgían, comentarios sobre el valor del apoyo médico y psicológico y de la labor de los nutricionistas, tanto como en el otro platillo de la balanza, aparecían la indiferencia a la vivencia, la desvalorización del esfuerzo y el maltrato, ironías mediante, de otros tantos profesionales de la salud, con una escucha desde el “prejuicio” y los “preconceptos”, unos personales y otros adquiridos en las generales de los estudios médicos sin ver las individualidades de cada ser.
Citar los ejemplos de cada uno requeriría más que una nota, un libro, muy cuidado en las emociones y centrado en las vivencias personales. Cada uno, es una historia de vida y conocerla, me sirvió para preguntarme qué pasaba con la Ley de talles y su implementación, tanto como entender que sentirse cómodos con lo puesto, ayudaba a la estima de todos y que amarse con las cualidades de su cuerpo actual era el inicio para sanar su organismo. Y esto es algo que ninguna sociedad debería horadar, demorar e impedir.

Pasé por varias casas que decían trabajar desde el XXS al XXL. Comprobé la falta de normativa para calificarlos siendo un mismo talle dueño de una diversidad impresionante de centímetros entre un comercio y otro.
En la búsqueda encontré para los hombres casas “para gordos” con letreros que así indican lo que venden, y mayor variedad, para las mujeres altas pues hoy el modelaje las ve con un sentido estético. Para un hombre medir más de un 1,90 metro en Argentina, implica gastar dinerales en vestimenta comprada en el exterior, personalmente u online y mucho más costosas, si se combinan la altura con el exceso de peso.
Los más bajos en estatura o pequeños en su contextura encontraron parte de su solución en comprar en casas de ropa para adolescentes: “Para nosotros, ahora que los chicos usan ropa de adultos en versión chiquita…, (dice la marca) me viste con sus jeans cancheros y las camperas que tranquilamente puede usar una jovencita en edad escolar”.
Los muy delgados consiguen ropa, “aunque la toma de conciencia hace pensar cuánto daño se le hace a la gente cuando lo que se promociona es una moda que puede poner en peligro la salud”.
En un comercio, de una conocida avenida de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde abundan los comercios de venta mayorista y minorista, presencié una conversación que planteaba, del otro lado del mostrador, lo que venía escuchando como inconvenientes. Un responsable de venta le dice a una mujer que realizaba una compra mayorista y le solicitaba talles más holgados para ofrecer a sus clientas: “Todo es un comercio” y se explaya: “Vestir a los gordos es caro. Desde la tela hasta la moldería. Por eso para muchos hacemos la misma ropa pero agrandada hasta donde podemos”. Y su clienta le responde con tono molesto: “Demás está decirte que no le queda bien a nadie”
Luego de esta recorrida, la búsqueda en las redes sociales, me ayudó a encontrar no sólo testimonios entre los usuarios de diferentes fabricantes sino además modelos que se plantean desde su aceptación, autoestima y empoderamiento, vestir y desfilar ropa acorde a sus cuerpos. Modelos que han hecho sus propios emprendimientos pensando en la vestimenta que anhelaban tener puesta y otras, que sólo deseaban desfilar sus curvas para marcas interesadas en presentar un diseño pensado para ellas. Así fue que por primera vez vi unas fotos que llamaron mi atención. Una modelo curvilínea que posaba con una malla que se notaba producto de un diseño y le quedaba armónica para su cuerpo. Y al lado, la misma joven posando en ropa interior. Luego supe que la modelo es Noelia Schvarztein que modelaba para una marca que a mi gusto tenía un diseño que parecía cómodo y estético tanto en trajes de baño como en ropa interior.

La foto pertenecía a LECOL y gracias a esas imágenes hice foco en lo que producían. Fue todo un descubrimiento. Romina Kolsky y Liliana Levin, llevan a diario el trabajo de vestir mujeres con diseños de hasta 14 talles reales. Días de diálogo y tiempo compartido me permitieron observar que sus clientas no se ven obligadas a entrar en la ropa que se les ofrece sino que están disfrutando el hecho de elegir vestirse cómodas probandose ropa adecuada para la ocasión que las motivó a ir de compras.

Dialogar con Romina y sus asesoras de venta, compartir momentos del día con ellas y ver las diferentes situaciones que sus clientas manifiestan dentro del local de venta al público, fue un giro radical ante lo que venía observando dentro de la industria textil.
Decidí no recorrer más y averiguar en qué marcaban la diferencia con los otros lugares visitados.
Conocer a estas mujeres fue toda una lección sobre la acción ante los desafíos, y aunque al día de hoy sólo visten mujeres, en ningún momento desconocen que el tema no es un problema de género sino que abarca a toda la sociedad sin diferencia alguna.
Romina Kolsky, frontal, abierta, espontánea, habla del tema con empatía hacia sus clientas. Las que tiene y las potenciales. Son su motor para seguir diseñando. Observar su actitud tanto como las amorosas devoluciones, escritas en las redes o dichas en persona, que le hacen sus clientas, me hicieron decidir hablar con ella para cerrar la nota.
Romina y Liliana son mujeres que abrazaron un desafío aún cuando la ley de talles no se había planteado como tal, ni plasmado en hechos dentro del mercado. Juntas realizaron, por cuenta propia, un estudio antropométrico para lograr su objetivo: Brindar calidad y diseño, con asesoramiento y calidez acorde a cada cuerpo, visible en prendas cómodas y estéticas. Conocer cómo llegaron a ser lo que son hoy fue el eje de nuestras charlas, impregnadas de una historia de vida y una trayectoria colmada de enseñanza: Nunca dejar los sueños de lado, aprendiendo de la experiencia, y desafiando los retos en búsqueda de soluciones.

Romina, ¿Cómo llegaron a ser el Lecol que conocemos hoy?
Lecol existe hace muchos años. Surgió de la mano de mis padres aunque, en aquella época, no tenía el enfoque que tiene hoy. Se iniciaron como mayoristas, trabajaban mallas y ropa interior. Crecí en medio del mundo textil, en una fábrica. Asique el paño lo fui conociendo desde adentro, de pequeña y con todas sus aristas. Luego estudié en la Universidad de Buenos Aires Diseño de indumentaria. Pero hubo un giro muy grande cuando mi papá se enfermó y tiempo después fallece. Por esos años, me uno al trabajo de Lecol pensando en darles una mano.
Hasta el nombre es una creación de mi papá. El quiso unir los apellidos de él y de mi mamá y así surge el nombre. Hoy tiene un agregado que le puse yo: “Lecol. Talles reales” como sinónimo de “talles verdaderos”. La primera en usar ese nombre fui yo y esto tiene que ver con el nuevo enfoque que estaba decidida a abordar: Apostar a la venta minorista e ir ampliando la cantidad de talles. El tiempo y el trabajo hicieron el resto: aumentamos además la variedad y la versatilidad de las prendas que se pueden usar en diferentes ocasiones. Nuestras colecciones permiten ser usadas en situaciones diversas y al gusto de cada clienta ser combinadas para una salida con amigos o estar en la casa como también hacer vida al aire libre y deportiva. Vestimos a la mujer que trabaja pensando en su comodidad y no olvidamos la importancia de estar cómodas y elegantes con prendas óptimas para una fiesta o un evento de gala. Siempre estamos pensando en los diseños, en las diferentes necesidades, y en las cualidades de los cuerpos en cada talle.

A la ley de talles se la nombra mucho pero no se la ve en la práctica, ¿Cómo hizo Lecol para trabajar los 14 talles que tienen a la venta de cada prenda?
Al principio escuché mis necesidades corporales. Sé que soy una precursora por mi propia experiencia personal. A su vez, en la medida que trabajamos, sumamos las necesidades de nuestras clientas incrementando nuestras ansias de perfección sobre la moldería para lograr comodidad y variedad. Buscamos hacer ropa elegante, canchera, cómoda y moderna y que cada diseño disponga entre 14 y 16 talles por prenda.

La ley de talles salió y eso es un gran paso. Aún falta camino por recorrer que tiene que ver con una curva de talles que surgirá como resultado del estudio antropométrico que el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) comenzó a realizar y aún no ha concluido. Ese es un trabajo clave para la implementación de la ley. Al no tenerlo, en Lecol hicimos el nuestro. Realizamos un estudio estadístico y antropométrico detallado en base a 200 clientas. Eso nos permitió tener la tabla de los 14 talles reales que todos pueden ver en nuestra página web: www.lecoltallesreales.com.ar.
Logramos una medición tan precisa que al día de hoy nos compran por teléfono sin pasar por nuestros probadores, o por la web, desde el interior del país con un margen de error tan ínfimo que podemos darnos el gusto de saborear el logro de tener escasas devoluciones. Fue un verdadero estudio de campo, balanza y centímetro en mano, prestando atención no solo a las medidas sino además a las cualidades de cada cuerpo en cada talle. Eso lo hizo real y nos permitió diseñar dándole estética a cada prenda entendiendo el tamaño del busto, la forma de sujetarlo, la importancia de la calidad y la caída de una tela para las curvas, los largos y escotes en cada talle. En Lecol no hay ropa agrandada, hay talles diseñados bajo un estudio antropométrico sin descuidar la estética.

Lecol no tiene sucursales, solo una casa central y a pesar de ello se vende en el interior del país.
En un inicio yo viajaba para vender en las provincias pero nos dimos cuenta que somos muy artesanas trabajando, y las terminaciones de las prendas tanto como cada detalle son cuidados por nosotras. Aquí tenemos el taller y nuestras asesoras especializadas atienden todas las dudas de las clientas más allá de dónde se encuentren. Ellas las acompañan en su compra con calidad y calidez y un trato empático que las caracteriza, comprendiendo lo que necesitan. Buscamos que nuestras clientas se retiren sintiendo que la compra fue una inversión en estima, que a la prenda la van a lucir porque ellas se van a sentir cómodas y bellas con lo elegido. Nos hace felices verlas irse con una sonrisa o cuando estrenan algo y nos envían una foto para mostrarnos cómo les quedó el look que estrenaron.

Liliana Levin es una gran guía desde los inicios…
Todo tiene que ver con mi mamá. Liliana Levin, es mi socia y desde los inicios es el corazón de Lecol, su primera cortadora, la que hacía la moldería y escuchaba a todas mientras se probaban la ropa. Los años de experiencia de mi madre son volcados en cada una de nuestras asesoras y talleristas para que todo lo aprendido resulte en beneficio de quienes vienen al local, tanto como para las clientas que se comunican por las redes sociales. La gente reconoce en nuestro nombre y en nuestras prendas una identidad por el concepto, el diseño y el trato dado en cada asesoramiento.

Veo en la web las fotos y en la mayoría estás como la cara de la marca. Aunque ahora tenes otras modelos, ¿Cómo sucedió que, en medio de tanto por hacer, también modelaras tus diseños?
Sigo siendo la cara de la marca pero ahora también hay modelos que cumplen los requisitos que necesitamos para nuestra ropa.
Igualmente hoy nos quedó como anécdota que hace muchos años cuando viajaba al interior a mostrar nuestra ropa a los locales, en cada uno, terminaba probándome la colección que llevaba para que comprueben los detalles del diseño. ¡Era agotador! (risas) Un día decidí realizar un catálogo y no conseguía una modelo de talla real en ninguna agencia de modelos del país. Necesitaba una mujer con curvas, gordita, linda y fotogénica. Y en un momento pensé: ¡Estoy buscando alguien como yo! (risas) y así fue que me saqué las fotos y empecé a viajar con un catálogo y quedé como imagen de la marca hasta el día de hoy.

Mucho se ha hecho pero aún falta por hacer ante las incalculables situaciones que se ponen a rodar, cuando “gente real” debe vestirse sin sentir que al hacerlo, padece el no conseguir lo que necesita, o se siente incómoda con lo que compró a disgusto por falta de opciones. La ley de talles, fruto de impulsos de las ONG que la motorizaron y de una decisión sociopolítica de escuchar la demanda planteada, más las modelos curvilíneas con talles reales que se muestran enarbolando amor por su cuerpo y respeto por su ser, y las emprendedoras como Romina Kolsky y Liliana Levin, son los inicios de un sendero que se va abriendo y seguirá haciendo camino al andar.
Siguiendo los pasos de mujeres como éstas que dejan una brújula imantada, molderias, hilo y aguja para que junto a las nuevas generaciones se puede coser con empatía, sororidad y respeto, el traje que cubra con amor el cuerpo de todos, más allá del talle.
Hoy la pequeña Kolsky, tercera generación de Lecol, visita a mamá y a la abuela como años atrás lo hizo Romina con sus padres. El futuro guiará sus pasos, aunque el ejemplo y la enseñanza es la semilla que dará fruto el día de mañana y una arista de lo vivido tome un nuevo giro en sus manos y nos sorprenda.
Elegí a las “chicas Lecol” por ser pioneras en talles reales, por su capacidad de innovación y acción pues ante la falta de parámetros, los crearon.
Una experiencia de emprendimiento familiar que surge de vivir las mismas vivencias que sus clientas y que decidió no quedarse con las manos cruzadas, esperando.
Hoy estamos junto a los que se animaron a hacer lo que faltaba para que much@s puedan tener cubierta la necesidad básica de la vestimenta en una vida plena de experiencias donde la ropa no sea un impedimento para disfrutarla.

 

Por Cecilia Rodríguez